Coni Curi es una artista argentina y tuve el honor inmenso de tenerla como invitada en el workshop. En él, nos habló acerca de la creatividad y sobre cómo destapar (y nutrir) tu propio estilo.
Su experiencia y consejos son tan valiosos que no podíamos no compartirlos:
Coni, contanos de tu recorrido de la mano de la creatividad. ¿Cómo y cuándo empezó?
La creatividad siempre fue gran parte de mí. Desde chiquita me gustó crear y nunca frené. Sigo siendo una mini Coni que se pasa los días dibujando o haciendo pulseritas. La creatividad viene de esa simpleza. No siempre es fácil, pero en mi caso siempre fue necesario liberar lo que tengo adentro.
Esta creatividad siempre vino muy de la mano del concepto de “llenar un vacío”, del “si esto no existe, lo voy a hacer”. En el 2010 tuve una marca de zapatos. Me empeciné en hacer plataformas cuando acá aún no se usaban. Tuve que recurrir a mi creatividad para ingeniármelas. Primero, porque recién empezaba en el rubro y segundo porque pedía algo que acá no existía. Los proveedores me miraban con cara rarísima y decían que no se iba a vender, que era muy chato o muy alto… Se equivocaban. La creatividad va muy ligada a la intuición. Es muy difícil crear algo nuevo si no confiamos en nuestras ideas.
Algo parecido me pasó cuando decidí, años más tarde, empezar un emprendimiento de pastelería vegana junto a mi madre. Estudiaba gastronomía y todo era muy tradicional. Los profesores me miraban mal cuando les pedía recetas sin manteca o sin huevos así que apliqué el concepto de prueba y error. Los conocimientos básicos ya los tenía, pero hacía falta crear algo distinto. Nos pasamos un tiempo inventando y transformando las recetas, y qué divertido que fue. Teníamos budines y galletitas de sabores muy diferentes al resto. En ese vacío de información, nos permitimos ser muy creativas.
Después, mi creatividad viró y me encontré haciendo objetos decorativos y accesorios y por algunos años tuve mi emprendimiento Arizona.
Todo era un reflejo de lo que soy yo y mis mutaciones. Siempre fiel a lo que mi ser me pedía ver fuera de mí. Nació un estilo muy único que sigo desarrollando, pero ahora a través de la ilustración.
La creatividad toma muchas formas y avanza, se transforma con uno. Hay que saber escucharla. Si no la escucho ni la libero, me achata. Hace falta el silencio y la quietud para realmente conectar con eso.
Yo nunca pude sostener la vida laboral “normal” como una única cosa. Aunque laburara 8 o 10hs, necesitaba saber que tenía donde descomprimir mi pecho. Soy muy partidaria de sacar todo para afuera. Especialmente cuando estás en una crisis, cuando tenemos nuestro interior revuelto.
Mi camino en la ilustración empezó así. Un día decidí que había mucho en mi vida que ya no correspondía conmigo, así que me zambullí en la incertidumbre… Sin nada asegurado, habiéndome despojado de un montón de certezas, me pregunté quién era y quién quería ser a partir de ahora.
La crisis genera movimiento siempre. Es un gran lugar para buscar qué tenemos dentro.
Hacía mucho que no dibujabas. ¿Cómo fue que volviste a retomar con la ilustración?
Estaba muy perdida así que decidí ir a la raíz. Me pregunté qué me hacía feliz de niña y recordé el amor por el arte. No me sentía capaz de agarrar un pincel como en mi adolescencia, así que fui por la lapicera bic y un lápiz.
¿Cuáles fueron tus primeros pasos, después de tanto tiempo de no dibujar?
Empecé copiando a otros. Era muy fan de una artista australiana que hacía unos dibujitos que me creía capaz de imitar. Me enojaba muchísimo porque no me salían iguales. Ni hablar cuando quería hacer algo parecido. Me quedaba en blanco por completo. Es que ese era su estilo y no el mío.
¿Y cómo encontraste tu propio estilo?
Con práctica. Me la pasaba copiando dibujos ajenos que nunca llegaban a ser tan buenos como los originales. ¿Por qué? Porque ese no era mi trazo. A partir de esa frustración empecé a reconocer qué era mío.
No se dan una idea lo que me molestaba que mis dibujos fueran “imperfectos”… hasta que me di cuenta que esas imperfecciones hacían que mis dibujos fueran míos y de nadie más.
¿De qué me servía copiar a la perfección un dibujo ajeno si no se reconocía como mío? Yo quería que alguien agarrara mi dibujo y dijera “esto es de Coni”. Aunque tuviese una perspectiva horrible o las letras tuvieran anchos diferentes. Algo mío, mi creación con mi sello personal.
El estilo entonces es más un descubrir que un forzar…
Es como si fuera una cebolla. Tiene muchas capas. Nosotros también. En el centro está nuestro ser original, y alrededor un montón de cosas y conceptos que absorbimos.
La idea es llegar al centro. Olvidarte de la capa del miedo, la de los prejuicios, la de un “ideal” inalcanzable. Ver quién sos vos, sin todo eso. Quedarte un ratito todos los días en silencio, hasta que reconozcas qué llevás adentro, dirigirte hacia lo inhóspito y extraño de tu persona.
A partir de ahí, estudiar qué llevas en tu caja de herramientas y pensar qué podés hacer con eso. ¿Y si no hay nada? Entonces nada te limita. Da miedo saber que hay infinitas opciones, porque es más fácil que nos digan qué hacer o a dónde ir… Pero la creatividad es rebelde. Ella quiere ir con vos, pero con el verdadero vos. Tal vez es hora de seguirla a ella.
¿El estilo cambia?
¡Sí, por supuesto! El estilo va de la mano con tu proceso personal. Siempre va a contener tu esencia, pero va a transformarse, como nosotros.
Cuando empezaste con la ilustración, ¿mostraste inmediatamente lo que estabas creando o te diste un tiempo privado para explorar?
Me di un espacio para mí y mucho tiempo. Le mostraba a mis amigos, no en redes sociales y si lo hacía era como “dibujo inspirado por…”.
Pero un día mi creatividad me habló. Me encontré por varios días con una frase en la cabeza, viendo el dibujo en mi interior. No pude evitarlo, lo hice y era mío. Muy, muy mío. Ni siquiera contaba de mucha técnica ni nada. Simplemente era mío y por eso gustó. Quienes me conocían reconocían en ese dibujo lo que era yo. Estaba muy feliz con lo que había logrado.
La creatividad va muy ligada a lo que sentimos. Ese primer dibujo tenía una frase que decía “Qué aburrido ser un cagón”. El que le siguió decía “You doubt, you lose”. Me estaba hablando a mí misma y no me había dado cuenta.
Esto de hacerte un espacio, de la quietud necesaria para crear, ¿lo sentiste como necesidad desde siempre?
¡Sí! Siempre fui un poco solitaria y de necesitar el espacio para recargarme. Pero a la vez tengo un sentimiento constante de productividad que me hace crear.
Me hace bien saber que está en mis manos el materializar lo que está en mi cabeza. Eso me suma muchísimo a mi autoestima.
Es hermoso el momento en que terminás algo que hiciste con tus manos, lo ves y pensás: “si esto no es magia, no sé qué lo es”. Estaba en tu cabeza y ahora en tus manos. ¡Magia, obvio!
¿Existe alguien que no sea creativo?
Para nada. Todos aplicamos la creatividad en algún aspecto. Hacerte un sándwich o combinar tus prendas son actos de creación. Solo que muchos dan eso por sentado y no se detienen a ver lo que acaban de hacer.
La creatividad necesita que la alimentemos y la entrenemos. Agradécele cuando te ayuda. Ponela en práctica en actos pequeños de la cotidianeidad.
Por sobre todo, pregúntate qué idea tenés dentro. Cuidala como si fuera un cachorrito recién nacido. No vas a llevarla por ahí y pretender que pueda subsistir sin tu ayuda. El acto de crear empieza por creer en vos y en tus ideas.
¿Qué significa para vos la creatividad?
Es como si la creatividad fuera un rayo, y tu cuerpo el pararrayos necesario para que esa energía no te haga explotar. Es la necesidad de ver fuera de tu ser algo que estaba adentro. Desde un dibujo, un texto o un sabor…
¿Por qué es importante para vos la creatividad?
Porque me hace sentir que estoy viva, sintiendo cosas. Me hace ver mis procesos y me ayuda a superar obstáculos. Creando es cuando logro conectar con quién soy.
¿Llega algún momento donde estás satisfecha?
Sí y no. No puedo estar continuamente insatisfecha con mi arte. Pero es un proceso. Hay que saber que hoy somos esto y agradecernos que nos animamos a serlo. Un día a la vez, siempre con mucha gratitud y usando la insatisfacción como motor y no como frustración.
Volviste a la ilustración a partir de una crisis. ¿De qué forma te ayudó la creatividad a atravesar un momento difícil?
Me ayudó a conocerme, a ver que adentro mío había muchísimo más de lo que pensaba. Y el conocerme me llevó a quererme, a ver mi valor y poder personal.
Mi vida puede ser un caos a veces. Pero si todos mis problemas son una gran ola, entonces mi creatividad es la tablita con la cual la surfeo. Si me caigo y me arrastra la ola, la tabla siempre sale a flote y me permite respirar.
Lo importante es saber que está en nuestras manos el intentar, que nadie va a venir a regalarnos una solución.
¿Cómo lidiás con los miedos que surgen a la hora de dibujar?
Primero trato de reconocerlos. Tal vez decimos “tengo miedo” pero no sabemos bien a qué. ¿A la incertidumbre? ¿Al papel? ¿A hacer mal una perspectiva? ¿A qué le tenés miedo?
Yo le tenía miedo a dibujar manos, así que empecé de a poco. Al principio dibujaba unas manitos muy desproporcionadas, dedos gordos, como choricitos. Después unas muy cuadradas. Después unas que zafaban más. Ahora amo dibujar manos. Práctica, mucha práctica.
Una vez que reconocés tu miedo, armá un plan. Decidí cómo vas a enfrentarte a él y ponelo en acción.
Ahora estoy lidiando con el miedo al color. Decidí empezar por el dibujo digital, donde todo se puede deshacer. Pronto lo pasaré al papel y probaré nuevas técnicas. Tal vez termine todo en el tacho, pero un día va a ser un poquito mejor e irá mejorando con la práctica.
¿Tenés algún consejo concreto para trabajar el autoestima?
Lo principal fue dejar de compararme. Saber que mi camino es único y que las personas se expresan de maneras únicas porque son únicas.
Tenemos tantas herramientas para compararnos y espiar la irrealidad del otro que nos quedamos en el “che pero mirá lo que logró este y yo sigo acá”.
Hay que reconocer el camino, las herramientas, el proceso, las aspiraciones. Un ejercicio clave es frenar, pensar qué logre en este último tiempo, cuántas cosas me pasaron y liberar todo lo que no me suma-desde un pensamiento negativo a la ansiedad que me pide que haga un camino más convencional. Lo que no te eleva, dejalo ir.
Y sí, hay días donde no se puede. Esos días, intentá el doble. Apagá el celular y agradecé aunque sea una cosita chiquita, como haber tenido la energía para salir de la cama.
No podemos vivir a destiempo de nuestros procesos. Cada situación que nos atraviesa exige nuestra atención. Nuestra vida no es instagram, donde podemos bloquear lo que no nos gusta. Estar aquí significa hacerle frente a lo bueno y a lo malo. Si hay algo que no te gusta, hacé algo para cambiarlo. Empezá por una idea, seguí con un plan y dale forma.
¿Qué es el éxito para vos?
A nivel laboral se fusiona muy fuerte con mi creatividad. No importa el medio, quiero y necesito crear. Ayer fueron los accesorios, hoy es la ilustración, ¡mañana ni idea! Pero si se alinea con quién soy y me ayuda a crecer, eso ya me convierte en una creativa exitosa.
La palabra éxito nos aterra. Lo vemos como algo inalcanzable. Pero a nivel cotidiano, tenemos que aprender a sentirnos bien con nosotros mismos, reconocer nuestro trabajo y nuestro camino.
Gracias a Rochi Lamastra y Estudio Frankie por las fotos del workshop!
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