“La mayoría de las cosas ya se hicieron… pero no fueron hechas por vos“.
—Elizabeth Gilbert
Vivir significa responder a las preguntas eternas una y otra vez; ¿Quién soy?¿Para qué estoy acá? ¿Cuál es el sentido de todo esto?
Estas preguntas existenciales nos persiguen desde la aparición de la conciencia y nos seguirán molestando hasta la exitinción de la especie.
Lo bueno (y lo malo) es que las preguntas son siempre las mismas: por eso son eternas. Intentamos, como especie, contestarlas, de la manera que podemos. El arte es una de las formas en las que respondemos a esas preguntas. (La religión, la espiritualidad son otras.).
¡Claro que vamos a repetir los temas!
Si ya está todo dicho, entonces, ¿cómo ser original?
Un secreto:
Dejame contarte un secreto.
La forma más rápida, fácil y tal vez única de ser original es ser auténtico.
Pensalo.
Si los temas son siempre los mismos, ¿qué es lo que cambia? ¿Qué es lo que separa tu respuesta con la de otro? ¿Cuál es el factor diferencial?
Vos.
Vos, vos, vos.
Sos una pieza única. Tu genética no tiene igual. No existió, no existe y no va a existir alguien con tus mismas características, historia ni aspiraciones.
La originalidad que tanto buscás aparecerá cuando respondas a las preguntas eternas a tu manera, con tu ADN. Tu punto de vista, tu mundo, tu historia.
Cómo ser auténtico
Ser auténtico significa expresar la voz interior de la forma más límpida, clara y fiel posible. Sin estática y sin confusiones. Lleva tiempo, práctica, tal vez toda una vida.
Si te preocupás por cómo suena, por cómo va a quedar o si la forzás, esa señal se mancha y se convierte en ruido. No suena como vos.
En cambio, preocupate en hacer tu parte, sintonizá bien la señal y cuida las interferencias.
Esa voz diáfana, cuando aparezca, va a ser original.
“Incluso en la literatura y en el arte, nadie con la intención de ser original será original. En cambio, si simplemente tratás de contar la verdad (sin que te importe dos rábanos cuántas veces la hayan contado), serás original, nueve de cada diez veces, sin siquiera haberlo notado”.
—C. S. Lewis
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