Al principio es más fácil.
Decidiste empezar un nuevo hábito, la rutina perfecta, y esta vez es en serio.
Tal vez elegiste escribir todos los días, como yo, o dibujar, levantarte más temprano, o caminar 10 mil pasos. El momentum inicial te ayuda a cumplir con tu propuesta al comienzo, pero en algún momento, ese ímpetu se desinfla.
Hoy vamos a hablar sobre qué hacer ahí, cuando estás cansado y la idea de abandonar suena tentadora.
Para hacerlo, voy a hablar sobre mi experiencia porque no podría hacerlo de otra forma. “Yo no soy el experto” dice Tim Ferriss. “Yo soy el experimentador, el escriba y la guía”. Todo lo que escribo en el blog nace de los libros que leo, los temas que pienso y lo que aplico en mi vida.
Mi desafío de escribir acá todos los días durante un año empezó el 13 de octubre del 2017. En ese medio año que pasó, sucedieron muchas cosas —me fui de viaje varias veces, cambié de trabajos y más— pero mantuve la racha bastante bien.
Hasta que empezó mayo. Oh mayo. Oh mayo…
Siempre hay motivos, pero para ser sincera, no me interesan. Por primera vez, desde que empecé el blog, dejé de escribir durante 2 semanas. Fue tanto tiempo que no escribir se convirtió en mi nuevo hábito, a pesar de que hacía más de seis meses que lo hacía de forma diaria. Esto es muy fuerte.
Esto fue lo que aprendí sobre esta pausa:
Es muy fácil rendirse ante la tentación.
La tentación, tarde o temprano, va a llegar. Todos somos vulnerables, por más persistente que seas.
En vez de luchar contra ella, podemos “anticiparla y minimizarla” como dice Gretchen Rubin. Eso puede significar, en mi caso por ejemplo, establecer un horario fijo cada día exclusivamente para escribir, donde me desconecte de internet y me aleje del celular.
¿Para vos?
El efecto dominó es real.
Después de uno, dos, tres días sin escribir, elegir ver una peli después de cenar era más fácil que prender la computadora y sentarme frente a la pantalla blanca. El momentum que me había impulsado al principio me traicionó y ahora me impulsaba a la inversa. Y con cada día que pasaba, mayor era la resistencia.
Además, surgió un nuevo problema: la presión. ¿Qué nuevo artículo iba a estar a la altura después de dos semanas de silencio? La vara subía más y más. Para casos así, sirve recordar las palabras del psicólogo Adam Grant:
Bajá tu estándar sobre lo que considerás como progreso y vas a estar menos paralizado.
Retomar un hábito requiere más energía que empezarlo, así que si podés evitar romperlo, mejor. ¡No rompas el ciclo!
La creatividad genera más creatividad.
Una de las premisas que quería poner a prueba era si la creatividad generaría más creatividad. Mi hipótesis inicial suponía que sí, pero ahora, 6 meses después, la puedo afirmar.
Estar en el ojo del huracán de la creatividad genera más ideas, no viceversa. En vez de agotar posibles posts, las ideas se multiplicaron. Por el contario, en este período de sequía, mi cúmulo de ideas se redujo hasta convertirse en una cosa triste.
¡Las ideas no se agotan! ¡Usalas!
¡Seguí!
Acordate: se empieza, se detiene y después se sigue.
La vida siempre va a encontrar la forma de meterse en el medio. Al principio me frustraba: la percibía como una distracción de mi misión principal, escribir. Sin embargo, un lector me comentó algo que me permitió mirar la situación desde un nuevo ángulo (muy necesario):
“Eso es más que distracción, ¡es vivir!”
Y tiene toda la razón.
Los planes nunca van a salir a la perfección de cómo los ideamos. Lo mejor que podemos hacer es saberlo de antemano y ser flexibles para reacomodarnos, con consciencia de cuáles son nuestros puntos débiles y tentaciones. Y después, seguir.
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