Cuánta presión, ¿no?
Por tener la vida “resuelta”.
Por tenerla “clara”. (Ya sea en la profesión, en la vida, el futuro.)
Por tener todas las “respuestas”. (Respuestas concretas y fáciles de explicar cuando alguien sin saberlo te haga una pregunta inocente y te va a desencadenar una crisis existencial. Ahem.)
Quiero recordarte algo hoy.
Ya lo sabes, pero siempre viene bien recordarlo:
No necesitas tener todas las respuestas.
Es más, te doy un spoiler:
Nunca lo vas a saber todo — y tampoco necesitas saberlo.
Es una ilusión que perseguimos, un horizonte que se aleja cada vez que nos movemos.
“Algún día lo sabré. Algún día voy a tener esa certeza. Y cuando lo consiga, todo se va a resolver y voy a descansar.”
Sabemos que no es así.
La vida es un continuo devenir. Las tan ansiadas “certezas” que podamos conseguir hoy van a cambiar mañana, porque la naturaleza de la vida es cambiante.
Entonces no: No necesitas saber todo ya.
Lo único que necesitas saber es cuál es el próximo paso a dar y hacia dónde.
No la recta final; el próximo paso.
Y si no sabes cuál es, te pregunto:
- ¿Qué te genera entusiasmo?
- ¿Qué te daría placer?
- ¿Hacia donde te está apuntando tu curiosidad?
Puede ser algo concreto como “anotarme en X curso”.
O puede ser algo tan intuitivo y “trivial” como una sensación que te pide que dobles a la derecha en el recorrido habitual de tu mañana… aunque no tenga ningún sentido aparente.
Empieza por ahí:
Por cultivar un espacio para escuchar esos impulsos que vienen de adentro y quieren salir afuera.
No importa si son impulsos grandes o chicos, tangibles o sutiles.
Importa que empieces a darles espacio, prestarles atención y actuar en base a lo que te indican.
Empieza por hacer de un hábito escuchar tu intuición, sin saber de antemano (sin tener esas “certezas”) hacia donde te lleva.
Tu intuición, cuando vea que la escuchas, se va a entusiasmar. ¡Al fin le prestas atención! ¡Al fin la tomas en serio! Y aprovechando esa ventana de oportunidad, va a aparecer más y más fuerte.
Es una práctica, como todo.
Poco a poco, escuchar esos impulsos y tomarte sus mensajes en serio se va a traducir en una relación más sólida, confiada y resiliente contigo misma.
Y no vas a necesitar tener todas las respuestas.
Vas a saber que —pase lo que pase ahí afuera, en este continuo y movido devenir de esta vida—tendrás la experiencia y confianza en ti misma para navegar lo que sea con la mayor de las resiliencias.
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