Hay dos tipos de culpa:
Una es la cultural, la desaprobación de otras personas, bla bla bla.
Pero la otra… La otra culpa es interna. Es la culpa de no seguir tu propio crecimiento. La culpa de darle la espalda a lo que pulsa y se siente real adentro tuyo. La culpa de traicionar lo que sabés que podés hacer si te animaras. La de dejarte llevar por excusas.
La buena noticia es que esta culpa intrínseca es muy útil —hasta necesaria— para darnos el alerta cuando nos achanchamos. No nos da tregua. Nos dice dejate de hinchar y ponete las pilas.
Pero con amor.
Obvio.
(Aprendí esto al leer Toward a Psychology of Being de A. H. Maslow.)
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