La primera vez que me di cuenta de que era introvertida respiré un poco mejor. Así que no soy la única.
¿Introvertida? ¿Cómo? Si no soy tímida ni me cuesta hablar con personas.
Pero necesito tiempo sola. Necesito pensar, estar en mi mente para entender lo que me pasa. Lo necesito como necesito el oxígeno.
Esa es la característica más importante de la introversión.
Introversión vs. Extroversión
Hay muchas definiciones para explicar estos dos conceptos. El más conocido —y erróneo— etiqueta al extrovertido como social y al introvertido como antisocial.
Pero mejor es la definición de Susan Cain en su libro Quiet:
La diferencia entre introvertidos y extrovertidos es la forma en la que reaccionan ante estímulos.
Las baterías diferentes
Pensalo así:
Cada uno de nosotros tenemos una batería, una cierta cantidad de energía.
Los extrovertidos se cargan de energía en lugares con muchos estímulos: en fiestas, con eventos, rodeados de gente.
Los introvertidos, en cambio, cargan su energía en lugares con pocos estímulos: haciendo cosas solos, rodeados de pocas personas queridas, mirando hacia adentro.
Podemos salir a fiestas, trabajar en grupos o ser el centro de atención. Pero a diferencia de los extrovertidos, no nos sale de forma natural. Gastamos nuestra batería en estas actividades, hasta que llega el momento en queremos meternos en piyama y volver a casa. Estamos bloqueados, necesitamos refugiarnos en un ambiente familiar y descansar. Se nos apagó la batería y es hora de cargarla.
Así como existe el agotamiento físico, existe el agotamiento social.
Algunas características de los introvertidos
Pasamos mucho tiempo en nuestro mundo interior. Nos involucramos con las historias que leemos, las películas que vemos, las imágenes que miramos. Procesamos información cotidiana de forma más profunda, observamos con más atención y podemos concentrarnos de forma intensa.
Nos sentimos bien con pocos estímulos, por eso preferimos tomar algo en un bar a salir a un boliche. Estamos más acostumbrados a escuchar que hablar y odiamos hablar porque sí. En vez de hablar de trivialidades, preferimos en vez ir directo a las preguntas existenciales: digame, señor que acabo de conocer, ¿cuál es su mayor sueño en la vida?
Ser introvertido no es sinónimo de ser tímido. Alguien tímido no habla por vergüenza o por miedo. Alguien introvertido no habla a menos que tenga algo relevante para aportar.
Ser introvertido en un mundo extrovertido
Nuestra sociedad le rinde culto a la personalidad. El que tiene éxito es el que sabe hablar más fuerte —aunque no tenga las mejores ideas— y el que sabe cómo interactuar.
¿Hay lugar para nosotros? Es difícil. Llevo siempre un libro en mi mochila. No saben las veces que quise sacarlo pero no lo hice porque “no daba”. O las veces que inventé excusas para no salir un sábado a la noche porque nada me entusiasma más que quedarme en casa. O las veces que quise irme temprano porque sí, porque me cansé, porque estoy agotada. ¿Cómo no sentirme loca? Hacer cualquiera de estas cosas, en general, no está bien visto.
“Este libro quiere combatir el Ideal de extroversión, no a los extrovertidos” dice Cain. Necesitamos de los extrovertidos y ellos de nosotros, nos complementamos. Pero tenemos que armar un lugar, una tradición y un espacio para los introvertidos.
¿Y entonces? Lo que podés hacer si sos introvertido:
Confiá en tu instinto. Compartí tus ideas. La consecuencia de pasar tanto tiempo en tu cabeza es que tus soluciones son creativas y profundas. Es nuestra responsabilidad ofrecerle a los demás nuestro punto de vista. No creas que hay una sola forma de hacer las cosas.
Y cuando pienses que no podés más, organizá tu rutina de modo que tengas tiempo y espacios para recuperarte. Aprendé cuáles son tus necesidades y respetalas. Contale a tus seres queridos acerca de ellas y acerca de esto.
No estás loco.
Libros para profundizar:
- Quiet: The Power of Introverts in a World That Can’t Stop Talking, de Susan Cain
- Flow, de Mihaly Csikszentmihalyi
- Highly Sensitive Person, de Elaine Pain
Noix says
A veces a los introvertidos se nos mira mal por quedarnos callados… en realidad estamos escuchando y si no tengo nada que decir, que sentido tiene hablar por hablar?
Las conversaciones superficiales me aburren pero cuando se debate sobre algo más profundo ahí sí me va más.