“¿Cómo se lidia con la tristeza? No busco no estar triste, por supuesto que no. Pero cuando estoy triste, ¿qué hago para que todo no se vuelva tan pesado?” —Cati
La RAE define “lidiar” como “batallear, pelear” o “hacer frente a alguien, oponérsele“.
Querida Cati, este es un buen lugar para empezar:
Con la pelea, con hacerle frente, no vamos a llegar muy lejos. No queremos batallear con la tristeza. Queremos tener estrategias que nos ayuden a navegarla de forma constructiva.
Voy a cambiar “lidiar” por “transitar” entonces. The only way out is through: la única forma de superarla es atravesándola.
Cómo transitar la tristeza:
1. Le damos permiso.
La tristeza es inevitable. Me encantaría que fuera diferente—soy la primera en querer que no exista, ¡créeme!—: la tristeza duele, e incomoda y lo tiñe todo.
Pero no podemos evitarla. Y tampoco deberíamos, porque la tristeza sirve.
Durante un tiempo, Cati, la tristeza va a hacer que todo se vuelva más pesado. Y eso está BIEN. Es normal. Pero no va a hacerlo para siempre, aunque lo parezca.
Querer apurar este proceso es engañarte. Dale permiso. Está ahí para algo. Es solo un tiempo.
2. Le damos espacio.
Sentir la tristeza… Oh, dios, terror. Se siente como una falta de control. Como si le dieras rienda suelta, te comería entera. “Si empiezo, no voy a poder parar”.
Pero te prometo: sí vas a parar. Pero primero tenés que darle un poquito de espacio.
¿Qué dice esa tristeza? ¿Cómo es su sonido? ¿En qué parte del cuerpo la sentís?
3. La transformamos.
Si hay algo que aprendimos de Brené Brown es que las emociones no se quedan quietas: se transforman.
La pregunta entonces es:
¿En qué querés que se transforme tu tristeza?
Si la ignoras, se puede convertir en un dolor de panza. En una migraña. En un resentimiento.
Si la reprimes, se puede convertir en una pelea explosiva en 5 años con un ser querido. En más alcohol de lo que te gustaría tomar. En insomnio.
Si le das espacio, se puede transformar en lágrimas. En un aullido de dolor. En una buena conversación.
Si le das voz, se puede transformar en poesía.
(Vos sos poeta, querida Cati. ¿Cómo lidiar con la tristeza? Transformándola.)
4. Dejamos que nos hable.
No podemos guardar una emoción en un cajón y esperar que se quede ahí. De alguna forma u otra, va a chorrear por otras partes.
Si ya pasó un tiempo desde que estás triste y sentís que todo el resto de tu vida está pesado, es porque tu tristeza esta chorreando del cajón y te está llamando la atención.
Tiene algo para decirte.
Cuando la escuches como la mensajera sabia que es, esa urgencia va a desaparecer y no va a necesitar más ocupar el resto de tu vida. Tus cajones van a estar en orden: te vas a sentir más ligera y gestionar mejor con los otros aspectos de tu vida.
5. La escuchamos.
La tristeza surge con una pérdida—de alguien o de algo.
Las emociones tienen una función biológica específica—y la de la tristeza es pedir ayuda. Apoyo. Consuelo.
A otros (“¿Me ayudás?” “Necesito charlar“) o a vos misma (“Hoy digo que no, necesito tiempo para mí” “¿Qué me haría bien ahora?”).
¿Qué necesitas? ¿Con quién podrías hablar? ¿A quién le podrías pedir consuelo?
6. Dejamos que nos transforme.
La tristeza tiene esa capacidad muy filosa de ayudarte a entender, con un poco de perspectiva, qué cosas son las que importan.
Cati, vos sos hoy quién sos en gran parte por los momentos donde has estado triste. Tu tristeza te demuestra y te enseña qué cosas son importantes para vos, qué valoras, qué son las merece la pena en esta vida tan cortita y milagrosa.
¿Qué es importante para vos? ¿Qué aprendes de esta experiencia? ¿Qué pérdida estás doliendo? ¿Qué te llevas de ella? ¿Qué te enseña? ¿Qué dejas de lado?
7. Le damos sentido.
Cuando murió mi mejor amigo, mi padre me dijo: el dolor que sentís es equivalente al amor que le tuviste. El dolor era insufrible, pero con esta perspectiva, era posible caminarlo.
Esa es una de las formas en las que transitamos la tristeza: le damos sentido.
Hay 5 etapas de duelo: la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. Pero aceptar no es suficiente. Por eso, el psicólogo David Kessler añadió una sexta etapa: encontrarle el significado.
Y el sentido se lo damos nosotros.
Y es ese sentido el que nos toma la mano y nos lleva hacia adelante.
8. Confiamos en que se va a ir.
Las emociones cambian. Hoy tal vez no me creas. Pero esta sensación no va a durar para siempre.
Lo que quiero dejarte son preguntas y tal vez inspiración, para recordarte que los días que vienen no van a ser cómo hoy. Que hay luz del otro lado del túnel. Que también hay luz acá, en este día empachado de tristeza, también en acá hay luz. Por ahí es suave y sutil, tal vez titila. Pero está ahí.
9. Le agradecemos.
Te vas a despertar un día dentro de un futuro y vas a decir: ¿de verdad estuve tan triste?
Este tiempo se va a sentir como algo lejano.
Tu lógica va a saber que estabas mal, pero ¿las sensaciones? Se te van a escapar. Tu cuerpo no recordará la tristeza pero sí los aprendizajes que dejó. Y vas a poder mirar este momento con ojos de perspectiva y mucho agradecimiento por todo lo que te ayudó a crecer.
Cada ser humano, por condición de estar vivo, conoce muy de cerca la tristeza. Cuando nos animamos a vivirla en carne propia, a no tenerle miedo, más adelante sabremos reconocerla en otros. Y en ese de reconocimiento, nos sabremos conectados.
Qué hermoso, ¿no?
La tristeza es también una plasticola.
Disclaimer: en este artículo me refiero a la tristeza, que no es lo mismo que depresión. La depresión es una condición psicológica grave que se caracteriza por estados prolongados de tristeza a tal nivel que dificultan la vida cotidiana. Si crees que sufres de depresión, recomiendo que hables con un profesional de la psicología.
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Gloria says
Hola Sharon , muy bueno lo que escribiste sobre la tristeza , cdo viene( esto es lo que yo hago o trato ) la acepto , la siento , se que está , y la acompaño , se que estas tristeza , te acompaño y sigo caminando …. gracias por las sugerencias que escribisteis , totalmente de acuerdo , besos