—¡¿Qué?!
Mi hermana y yo nos miramos sin entender nada. El último capítulo de la serie Alias Grace terminó y tuvimos que devorar Google para entender qué carajo había pasado.
La conversación que surgió a partir de la serie —basada en el libro de Margaret Atwood— fue una maraña de temas que pasaban alrededor del rol de la mujer, la violencia, la salud mental a la male gaze.
No es la primera vez que pasa y no va a ser la última.
Pienso de nuevo, como vengo pensando desde hace semanas, en una conferencia que dio Brian Eno, donde se hace esta pregunta:

¿Es el arte un lujo?
¿Disfrutar, apreciar, pensar el arte: es algo reservado para pocos? ¿Para quienes tienen tiempo libre, educación, un accesorio en qué pensar cuando están relajados?
¿O es algo más?
¿Qué es el arte?
Eno define el arte como todo lo que no tenés que hacer.
Por un lado, están las cosas que hay que hacer para sobrevivir: comer, vestirse, moverse.
Y por otro, esas cosas que hacemos de más, porque sí. Comemos tortas decoradas y tomamos tragos que vienen con una rodaja de limón. Nos vestimos de forma excéntrica o solo de negro o a la moda. Y nos movemos: bailamos tango, salsa, ballet.
Entonces, en la caja etiquetada ARTE entran novelas, sinfonías, esculturas pero también tatuajes, cortes de pelo, cirugías plásticas y usos de emojis. La lista es infinita.
Mientras le daba vueltas a esta pregunta —¿es el arte un accesorio, un lujo reservado para unos pocos?— Eno escuchó la conversación de dos viejitas en el colectivo. Charlaban sobre una telenovela. Un personaje se había declarado lesbiana en el último capítulo y las viejitas lo discutían con curiosidad, diversión.
Ahí Eno hizo el clic.
Usando la telenovela como excusa, las viejitas metían mano en ese tabú sin riesgo, con una neutralidad que tal vez no hubieran si hablaran de una amiga, una hermana o una hija. Con la excusa de una historia ficticia, era posible hablar sobre la sexualidad de forma desinteresada, abierta y tolerante.
Así como en este caso era la sexualidad, también podría haber sido sobre el aborto, la muerte, el racismo, la infidelidad…
¿Es el arte un lujo?
No.
El arte ofrece un espacio donde hablar sobre temas difíciles, o que no sabemos cómo abordar. No es un lujo, es algo necesario.
A diferencia de la vida real, dice Eno, el arte es un espacio seguro porque podés bajar la persiana cuando quieras. Sabés siempre que podés cerrar el libro, irte del museo o apagar la tele.
Además, el arte es también una herramienta para mirar las cosas desde un nuevo punto de vista. Charles Dickens escribió novelas que miraban con una lupa la pobreza de la era victoriana. Sus lectores, a través de sus novelas, se sumergieron por primera vez en una realidad que hasta ese momento les era invisible. Dickens les dio ojos nuevos.
Sigo pensando en Alias Grace. En la historia, sí, pero en la oportunidad que me dio de charlar sobre temas difíciles de articular. No solo fue un trampolín para tener esas charlas: también me dio el vocabulario para tenerlas.
En el fondo de mi mente está Brian Eno con una sonrisa, mirando cómo uso una historia ficticia para debatir sobre cosas que afectan mi vida actual y real, mi realidad bien concreta.
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