Soy terriblemente ambiciosa. Quiero tener éxito en lo que hago. Pero, antes de que esa sed vertiginosa me lleve puesta, quiero estar segura de que mi brújula esté bien calibrada.
¿Qué significa “ser exitosa”? ¿Qué implica?
Aprender es igual de importante que desaprender, y hay mucho por desaprender. No es fácil. Una de las cosas por desaprender es lo que la sociedad —una sociedad que se arrodilla ante la inmediatez, la imagen y la fama— entiende como éxito. Me inoculó que el éxito es sinónimo de plata, de popularidad y de cierto estilo de vida. Eso es el éxito por default.
Es difícil salirse. Siguen habiendo partes de mí que se tientan ante el calor de un corazón en las redes, partes de mí que se confunden y piensan que el norte va por esa dirección. Lo confieso. Pero eso no es el éxito para mí.
¿Qué significa el éxito para mí?
Pasa por ahí. Pasa por resignificar conceptos que la sociedad me alimentó desde chica sin pedirme permiso para hacerlo. El éxito, el amor, el trabajo, la muerte, el arte son solo algunos de los conceptos que rellenó de significado pero que tenemos que definir por nuestra cuenta, en diferentes momentos.
Pruebo y pruebo responder qué es lo que significa el éxito para mí. De qué está hecho, de qué consiste, si la respuesta me gusta, si la elijo como un valor.
La respuesta cambia. Capa por capa, como si desarmara una cebolla, me acerco al centro: no llegué todavía pero cada vez está más cerca, más propia. La respuesta cambia y va a seguir cambiando. Es parte del desaprender. Pero hace poco encontré una definición que me pareció perfecta:
“Al final, ganar significa dormir mejor”. —Jodi Picoult
Deja un comentario