Estoy disfrutando muchísimo de completar el logbook mientras estoy de viaje.
El desarrollo de mis logbooks
Empecé a registrar mis días en un cuaderno cuando estaba en Siena e inmersa en la rutina. Tenía la costumbre de escribir pero necesitaba saber cómo salir de mí y prestar atención a mi alrededor.
Lo que me gustaba de la idea de hacer un “logbook” era la estructura inicial que me ofrecía. Consistía solo en dividir la hoja en 4 y completarla con una lista de cosas que había, cosas que había visto (incluyendo un dibujo) y algo que había escuchado.
Seguí la estructura de Barry durante meses y fui feliz. Aprendí a prestar atención y a estar más atenta a lo que tengo alrededor. Fue la forma ideal para saber cómo salir de mi cabeza y enfocar mis ojos y mis otros sentidos hacia afuera.
Logbook de viaje
Sin embargo, ahora que estoy de viaje, dejé de lado los recuadros de Barry y me dejo el campo libre para improvisar. No fue una decisión que tomé adrede. Se dio de forma natural aunque eso sí, mantengo las ideas generales y me concentro en mis percepciones: ¿qué veo? ¿qué escucho? ¿qué huelo, que siento, que pruebo? (Las emociones las dejo para mi cuaderno a mano.)
Estoy dibujando más y me compré lápices de colores para ayudarme en las descripciones visuales. Como son bocetos rápidos, me animo a empezarlos sin que me atrape la ansiedad de si salen bien o no. Hacía años que no dibujaba y volver a jugar con las formas es una alegría profunda.
El cuaderno también cambió de tamaño. Pasé de uno XXL a este que es más chico que mi celular, que me obliga a llenar las hojas de otra forma. Me interesa ver cómo el formato altera el contenido.
¿Y vos?
Mantener un diario cuando estás de viaje es más fácil que cuando estás en la rutina. Estás más alerta. Al estar fuera de lo que conocés, prestás más atención. Cualquier cosa es un estímulo que te asombra: los colores de las casas, los ruidos del viento o del idioma, el sabor de la comida o hasta del agua…
De viaje, rebalsás de observaciones y sensaciones. Estás tan lleno que tener un cuaderno donde vertir toda esa información te ayuda también a manejarla. Por eso es más fácil, incluso para los que no están acostumbrados a escribir.
Pero no tiene que ser solo algo cuando estás de viaje, igual. Se puede aprender a prestar atención en tu casa, en tu ciudad, en tu lugar de siempre. Se puede aprender a registrar los estímulos que callamos por costumbre.
Por eso tengo siempre mi logbook a mano. Para seguir aprendiendo a asombrarme.
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